Muy complejo este fenómeno del descontento. En los últimos días hemos vivido una ola de enojo y frustración que encontraron puerta de salida con el aumento al precio de la gasolina. Es un insumo vital, de él depende el precio de una gran cadena de productos y servicios; esto aplica para quien tiene auto como para quien no. La vehemencia y violencia con la cual se han llevado a cabo las manifestaciones en contra, engloban un hartazgo de décadas de engaños, mentiras y corrupción por parte del gobierno y los partidos políticos. Todos nos vemos afectados por el alza en los precios de cualquier cosa y la gasolina ha conseguido unir a grupos que, de otro modo, se enfrentarían entre sí. Parece increíble, pero lo que no han conseguido las marchas por la paz, las mujeres o los derechos humanos, lo hizo este petroquímico.
Por supuesto estamos mucho más indignados por la violencia o las atrocidades de una guerra, sin embargo, la concepción de violencia o de paz, es abstracta y significa algo distinto para cada uno; por ejemplo, hay familias cuyos métodos de educación contemplan golpear a los hijos y religiones en las que la mutilación genital de las niñas es lo más normal. La falta de paz cuesta más que la gasolina, pero no es tan sencillo ponerle signo de pesos.
También con el paso de los días, la esencia del enojo se ha ido diluyendo, ahora tenemos grupos políticos colgándose los escapularios y defendiendo en las calles lo que votaron en las cámaras, grupos sindicales con las mismas consignas de siempre pero ahora con el término: “gasolinazo” en las pancartas.
Conste que no estoy hablando de las ventajas o desventajas del libre mercado, sino del trasfondo psicológico del descontento social, a mi muy humilde modo de ver.
Existen tantas razones válidas por las cuales alzar la voz, no resulta sencillo ponerlas en orden jerárquico, más bien debemos lograr mantener una línea de queja y manifestación cuyos objetivos no se vean diluidos en otros temas. Creo que es ahí donde todos perdemos. Las manifestaciones vieron ejemplos de lo peor de la sociedad en el asunto de los saqueos (no importa si fueron infiltrados o advenedizos) y mostraron lo mejor de nosotros con la defensa de los comercios o los arrestos civiles.
Cuando algo se puede medir en términos claros para todos, es más sencilla la identificación con el objeto. A lo largo de la historia nos hemos ido poniendo de acuerdo en la cuantificación de distancias, tiempo, volumen, etc., todo ello es observable y comprobable de modo matemático. Las causas sociales tienen esa desventaja, no hay una unidad de medida para el bienestar.
Organizaciones como el Foro Económico Mundial presentan gráficas y estudios con “indicadores” basados en encuestas y mediciones del Producto Interno Bruto u otros elementos de la economía de los países. Esas medidas de bienestar pueden ser ridículas cuando se analiza más de cerca la situación de algunos grupos en específico. Aun así, son un esfuerzo necesario para ponerle cara a dichos asuntos.
Las explicaciones científicas son otro tipo de evidencia, la cual tiene el grave problema de ser comprendida por un porcentaje muy pequeño de la población, ese desconocimiento nos hace creen en historias falsas, ahí están los alimentos que curan el cáncer o las recetas para perder peso mágicamente. Como ejemplo tenemos al cambio climático, el cual, a pesar de estar demostrado científicamente, tiene detractores con posturas absurdas, curiosamente son los mismos en contra de la vacunación o de enseñar la teoría de la evolución en las escuelas, o sea, ejemplos de la poca validez que puede tener incluso la verdad fehaciente, ¿Qué podemos esperar de los problemas donde todos sentimos tener la razón y la solución al alcance?
No nos falta capacidad de acción, nos falta unión y poder ver más allá de la manipulación de quienes llevan agua para su molino. El gobierno se está viendo orillado a cambiar, la cosa es hacer válido este momento y no dejarnos enredar por las mismas promesas y voces de todos quienes han vivido a nuestras costillas arropados por sus partidos políticos. Hay nuevas posturas, nuevas propuestas de gente con el interés puesto en el bien común.
Se vale emocionarse y volver a creer que la Selección Nacional ahora sí va a ganar el Mundial, pero ya es peligroso caer, por enésima vez, en las redes de los mismos cínicos, todólogos de cada seis años.
Debemos pasar de compartir las frases motivacionales en redes sociales a transmitir la motivación y buscar soluciones a los problemas que nos están hundiendo.
A todos, de un modo u otro, nos están dando agua en vez de quimioterapia y no podemos permitirlo.