Educar en la inclusión en un entorno racista.

Una de las mayores preocupaciones que tengo como madre es si he sido capaz de educar a mis hijas para ser incluyentes, respetuosas y responsables a pesar de mis prejuicios e inseguridades; porque vaya que tengo algunos.

Los hijos se nutren de uno y aprenden de nuestro ejemplo, por más que les hable de la importancia de la higiene, si no lavo la ropa y no me lavo los dientes, la contradicción es más que evidente; la vista es más poderosa que el oído, sobre todo a edades en donde la abstracción y el vocabulario, lo mismo que la atención, no son el fuerte de la persona.

La solución fue cambiar yo; volverme lo que yo deseaba para ellas. Así fue como me hice feminista, incluyente, paciente, tolerante a la diversidad sexual y lo que se vaya necesitando, todo en la medida de mis limitaciones claro está.

Soy una ávida lectora y de ahí tomé ejemplos, los mejores tal vez, de obras de ciencia ficción, en ellos he hallado más humanismo que en muchos textos filosóficos o académicos. De cualquier forma, leí sobre el tema, estudié mucho y me cuestioné en mis más básicas creencias.

En el mundo actual, la inclusión y el respeto son una necesidad, no sólo por la variedad de humanos con quienes coexistimos, sino, por el resurgimiento del nacionalismo y el orgullo xenofóbico de los últimos años. Esta misma exacerbación del radicalismo de lo que sea, obliga a los padres a manejar el tema con mucho cuidado para no poner a los hijos en riesgo de ser agredidos en la defensa de los derechos propios o ajenos.

Una fórmula que me ha funcionado con mis hijas, mis alumnos o mis pacientes, es aceptar las diferencias de los demás como algo natural, no como la excepción. Para mí, ser incluyente implica estar inmerso en la diversidad como si no lo estuviera; o sea, tratar a todos con respeto, amabilidad, cordialidad etc., no por sus diferencias, más bien por sus semejanzas con nosotros.

Para muchos de nuestros hijos esto ha sido más fácil de lo que fue para nosotros. En primer lugar, los “diferentes” ya somos todos. Una escuela incluyente debe aceptar alumnos de todas las razas, creencias, preferencias sexuales, capacidades físicas e intelectuales. Al hacerlo con éxito, normaliza a todos y los chicos van creciendo sin cuestionarse si alguno es mejor o peor. Ahí el problema somos los padres, nosotros fuimos educados en el racismo y el clasismo, entonces, si nuestro hijo nos presenta a las dos mamás de un amigo como lo más normal y nosotros al llegar a casa ponemos el grito en el cielo y le decimos que eso está mal, nuestro hijo se vuelve homofóbico por culpa nuestra.

Uno debe poder estar bien en una mesa con gente de cualquier color, creencia, etc. No se trata de amarlos y a todos ni de estar de acuerdo con todos sólo por ser diferentes, el requisito esencial es el respeto porque todos lo merecemos, no es hacer un favor. Si como adultos estamos a gusto en una reunión de amigos y los consideramos nuestros iguales, lo más probable es que la velada sea un éxito, si en ese mismo grupo llega alguien a quien percibimos como diferente (inferior o superior) y el ambiente no cambia y seguimos de lo más contentos, podemos decir que nuestra reunión es incluyente.

Ahora bien, aun si en casa se tienen ideas distintas sobre la religión o la sexualidad, yo creo que los padres no tenemos derecho a prohibirle a nuestros hijos ser mejores seres humanos de lo que hemos sido nosotros. Si empezamos por re-educarnos en esto de los derechos humanos, ayudar y aprender de nuestros hijos será mucho más sencillo.

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“Diga No a…” La oposición porque sí.

La gente que no se involucra difícilmente tiene algo de qué quejarse, es más, hay muy poco de legítimo en el reclamo de quien no tiene ni idea de la situación. Por eso mismo, oponerse o apoyar algo debe hacerse con base en la información y no es nada fácil estar al tanto de todo o recabar la información sobre algún tema en específico cuando se trata de cosas muy locales.

En donde vivo hay planes para la construcción de un viaducto elevado y la reubicación de un paradero de autobuses foráneos. Para ello, se deben talar árboles y la oposición no se hizo esperar. Los vecinos se han organizado para manifestar su molestia y con las consignas de: “No al viaducto elevado de cuota”, “No al ecocidio”, han distribuido cientos (si no es que miles) de volantes, mantas y carteles. Más allá de lo absurdo de defender a los árboles imprimiendo en papel, yo no he oído a ninguno de todos los que me piden apoyo una razón válida para oponerse. Que se haga una salida directa a la carretera y se descongestione uno de los paraderos más infames de la ciudad no me parece mala idea.

Uno de quienes se oponen me dijo: “Eso sólo va a beneficiar a los del Estado de México, y a mí qué me importan los de allá”.

He ahí el meollo del asunto. Los de allá son iguales a los de aquí y los beneficios para unos pueden ser también para los otros. Se me ocurre, por ejemplo, la disminución del tráfico en la zona, el establecimiento de negocios debajo de los puentes nuevos y reorganización del paradero de la muerte.

Si mi casa tiene un cuarto inundado no lo puedo dejar así nada más porque yo no duerma ahí. Es muy representativo del nacionalismo mal entendido, el mismo que está ganando elecciones en todo el mundo.

Este efecto de estar en contra de algo por defender algo más noble (como los árboles), tiene otros tintes muy desafortunados porque es tomado como bandera política para conseguir votos, en el caso que comento, el proyecto de construcción es Federal y el delegado es de otro partido. Entonces, muchas de las mantas y los volantes tienen, por qué no, su cuenta de Twitter y su más sentido reclamo ante esta situación.

Que él mismo tenga la delegación llena de hoyos, sin alumbrado, sin recolección de basura, con mercados que llevan más de 5 años sin terminarse, que haya puesto banquetas nuevas dos semanas antes de que la compañía de luz tuviera que quitarlas todas para meter cableado y por encima de todo, su absoluta colusión con quienes dirigen el comercio informal en el paradero de los Indios Verdes, parece olvidarse cuando se decide salvar los árboles de un camellón.

Eso es lo que me molesta, tal vez el proyecto del gobierno no va a tener el beneficio prometido (no sería la primera vez) y oponerse a su construcción sea lo mejor, pero al final los beneficiados no somos los ciudadanos, son aquellos que sacan partido de la situación llevando agua a su molino.

Vivimos en un mundo lleno de gente buscando un lugar donde vivir que no deba sacrificar nada por el bien común; que no haya escuelas, oficinas, gasolineras, supermercados, que nadie se estacione en la calle, etc. Bueno, tenemos fraccionamientos donde debes construir de acuerdo con un estilo o donde las entradas para el personal de limpieza, proveedores, visitas, etc., son distintas a los de los colonos y dudo que la seguridad sea el motivo en este último caso.

También vivimos en un mundo en donde nos oponemos a lo que está de moda como comer carne, a lo que no nos importa, pero ahí estamos, como en el caso de los desalojos legítimos o lo que digan quienes nos caen mal como le pasa a López Obrador con todo y todos.

El máximo ejemplo de oposición por que sí es, sin duda, la Cámara de Diputados y de Senadores, ahí la consigna es muy sencilla: si no es de mi partido no pasa. Igualito que mi vecino a quien no le importan los del Estado de México.

Si no sabemos escuchar o si no sabemos analizar, quejarnos es un problema para aquellas cosas legítimas o de provecho para todos.

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El sueño americano, el del continente americano, debería ser individual.

Así como cada noche soñamos cosas únicas, nuestras existencias bien podrían serlo también. La logística no es sencilla y es, en el mejor de los casos, una utopía.

¿Por qué digo: “en el mejor de los casos”? Cuando nos vamos a los deseos y fantasías individuales, los resultados van desde lo ingenuo hasta lo perverso. La vida ideal no puede ser la que cada uno anhela. Es por ello que como sociedad hemos ido ajustando el ideal de la población dentro de los límites de lo legal, lo moral y lo ético. Hay por ahí individuos incapaces de cumplir con dichos parámetros y tenemos las alternativas a la legalidad y a la moral: delincuencia en todos sus niveles y no pocos casos de neurosis y depresión.

La realidad es que, las políticas de gobierno sí son instrumentos poderosos para moldear el comportamiento de la sociedad. Muchas veces hace falta solo una campaña para alterar ciertos patrones. Por ejemplo, en los años 70’s se estableció una política de poblacional de control natal: “La familia pequeña, vive mejor”. Su principal objetivo era lograr que las familias mexicanas tuvieran menos hijos; dos de preferencia. Esta idea no se lo ocurrió a nadie aquí, fue una respuesta al incremento en la población posterior a la primer y segunda Guerras Mundiales, el cual, en un principio, era necesario para repoblar las ciudades que se vieron diezmadas después de medio siglo de conflicto armado. De ahí que la generación de los nacidos en los 40’s y 50’s es conocida como: “Baby Boomers”.

Como nuestra especie tiene pocos depredadores, aparte de las bacterias, virus y de nosotros mismos, el objetivo se cumplió en un plazo corto. Ese efecto en México fue distinto debido a que no participó en la guerra de forma directa y los mexicanos no murieron en millones como sí lo hicieron los rusos o los judíos, por ejemplo. Nuestras costumbres religiosas y sociales, como la familia extendida, eran suficientes para conformar hogares con muchos hijos. Y como lo que sí nos alcanzo fue la crisis económica, tener familias más pequeñas liberaba de una carga importante a los gobiernos. Otro factor importante fueron los inicios de las urbes sobrepobladas. Nuestro recientemente extinto Distrito Federal, ya contaba con algunos millones, y la falta de vivienda y de recursos se empezaba a hacer evidente. Como consecuencia, la ciudad se adaptó y se empezó a vivir para arriba; se erigieron los multifamiliares en diversas zonas de la ciudad y el espacio vital se redujo a menos de 100m cuadrados.

La medida tuvo éxito y las familias de la Ciudad de México pasaron de los 6 a los 2 hijos. Se suponía que lo hijos partirían del hogar en la adultez temprana para establecer sus propias familias de dos hijos y en muchos casos así fue. Sin embargo, las repetidas crisis económicas (locales y mundiales) hicieron que incluso las casas con pocos, hijos empezaran a sufrir, y las garantías del sueño americano (insisto, del continente), quedaron sin verse realizadas.

Es muy duro enfrentar la pérdida de un sueño cuando es propio; ser piloto aviador o un chef famoso, pero el efecto del sueño no cumplido a nivel nacional ha sido devastador.

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Para los nacidos después de 1970, la promesa de que una carrera universitaria vendría acompañada de un trabajo bien remunerado y, por ende, la separación de la familia de origen, no se cumplió, peor aún, las familias han vuelto a permanecer en casa de los padres después de casados con hijos y todo. Esto no es un regreso a la familia extendida, esto representa meter a 8 personas en los mismos 70 metros de departamento, y eso sí ha creado un nivel de neurosis y un aumento de la violencia al interior del núcleo familiar. En los límites de la ciudad tenemos la vista siempre gris de las casas construidas de forma irregular y a las que se les van agregando pisos según van regresando los hijos e hijas con sus familias propias.

Tener una propiedad es un lujo y acabarla de pagar un reto.

¿Cuál es entonces nuestra responsabilidad?

A mi modo de ver es soñar con logros propios basados en el respeto y la compasión por el resto del mundo, educar en la realidad y la objetividad a los hijos y no dejar que les vendan el mismo sueño para que después se convierta en pesadilla. Si sus hijos deciden no ser padres, está bien, si no les es posible salir de la casa familiar, se deben establecer reglas justas de convivencia y aportaciones económicas, si emigran está muy bien, si viven entre amigos está bien, si rentan un estudio y viven solos qué bueno. Lo que sí no se vale es soñar por otro, no se vale imponer los deseos propios a una vida que no es nuestra; debemos evitar, a toda costa, que las generaciones que nos siguen compren el paquete de plan de vida asegurado que les venden, porque sabemos muy bien que no existe.

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¿Qué prisa pues? Piratería en la época de los Millenials.

 

Para quien no ha esperado una carta dos semanas o para quien no ha hecho la tarea en la biblioteca, esperar más de 1 minuto es una eternidad.

No es que nuestros hijos hayan nacido con prisa, es tan sólo el mundo que les tocó, en donde todo sucede en segundos (minutos si mal les va). Esa realidad transforma al ser en sus procesos más básicos. Hay una solución al alcance de la mano, una aplicación o un programa diseñado para resolver; entonces, la tolerancia a la frustración es menor. Y como dije, no es su culpa, sin embargo, no todo el mundo puede ir a esa velocidad, empezando por los padres y no se diga los abuelos. Las bromas de cuánto se tarda uno en contestar un mensaje o en encontrar una pestaña en la pantalla, no tienen misericordia. El nuestro era un mundo en el que las cosas se tardaban y uno así lo asumía.

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Un área en la que la tardanza es muy difícil de manejar para muchos es la de las series de televisión. Ya sea que vean los 10 o más capítulos de la temporada de un jalón o bien, que accedan a ellos en sitios ilegales, la urgencia no justifica los medios.

El trabajo creativo suele verse como altruista, todo se comparte, todo parece fácil, total, es una foto, una canción, un poema, un dibujo, etc. Cuando se trata de una película o serie, la gente se comporta de modo voraz y no repara en daños con tal de acceder al contenido lo antes posible. Lo peor es que lo reconocen sin problema y aseguran que, el asunto no puede esperar.

Este es un tipo de piratería muy común en todos los rangos de edad, ya sea que se compren los DVD’s en puestos ambulantes o se usen aplicaciones ilegales, la prisa manda. El daño parece poco porque el efecto no se palpa al momento de ver una serie por ejemplo, en Pop Corn o Cuevana, la afectación es directamente a la cadena creativa; todos los involucrados en la elaboración y producción, desde los directores hasta los que venden el material original, sufren pérdidas importantes y su labor se ve mal redituada. Tal vez no me refiero a los sueldos millonarios de los actores principales, yo hablo de ellos y de todos cuyos nombres no vemos porque nos salimos antes de la sala o le adelantamos a las “letritas” del final.

Es una práctica tan generalizada que está acabando con productoras pequeñas y le resta trabajo y oportunidades de desarrollo y crecimiento a miles de personas.

A todos mis queridos Millenials y amantes de las series de todas las edades, la verdad es: “¡No hay prisa!” y los famosos Spoilers no son justificación para hacerse de una primicia a costa del trabajo ajeno. Uno no puede tenerlo todo o saberlo todo y lo mismo se aplica para la oferta televisiva y por Internet. Ante la urgencia siempre está el buen libro y ese también se puede leer todo de un jalón o disfrutarlo poco a poco.

Parece hueco todo lo que les digo, pero no menosprecien el trabajo de los demás ni ayuden a la industria de lo ilegal y lo pirata a crecer y crecer, las pérdidas son inmensas. Tampoco está de más aprender a esperar y mejorar esa tolerancia a la frustración; con ella se van a encontrar una y otra vez a lo largo de sus vidas y les aseguro que ella tiene menos misericordia que sus Memes hacia los de la generación del lápiz y el papel.

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Green Card a la mariguana. Ya no se va a pasar de “mojada”.

Aunque ya había un par de estados de la unión americana que permitían el uso recreativo de la mariguana, la decisión del estado de California en las pasadas elecciones del 8 de noviembre parece preludio a un fenómeno masivo de legalización.

La discusión sobre el consumo de las drogas no es una novedad, las regulaciones y prohibiciones van y vienen dependiendo del contexto social y científico. Ante la pregunta de si las drogas hacen daño, la respuesta es: sí, si hacen daño. El riesgo de usarlas se ve minimizado por el efecto de recompensa que se obtiene.

La naturaleza se encargó de diseñar sustancias con el poder suficiente para hacer lo que la especie requiere, pasando por alto nimiedades como la voluntad. Esas sustancias son los neurotransmisores y no exagero cuando digo que vivimos a su merced.

Hambre, sed, sueño, sexo, agresividad, sumisión, amor, celos y prácticamente todo nuestro comportamiento está mediado por la química del cerebro. Para las drogas esto resulta conveniente porque sus efectos adictivos se dan en relación a la respuesta placentera, y no hay impulso más fuerte para los seres vivos. El neurotransmisor encargado de esta descarga de recompensa es la dopamina y vale su peso en oro; de otro modo no se explica el consumo compulsivo de una sustancia que causa tantos daños al organismo. Es el equivalente a sentirse amado.

La mariguana entra en la categoría de drogas con bajo potencial adictivo, esto quiere decir que la persona promedio no se va a volver adicta con las primeras dosis, como sí puede suceder con la nicotina, la heroína y la cocaína, las cuales pueden tener a las personas en franca adicción al mes de uso. Sin embargo, esto no significa que se pueda consumir sin riesgo, la mariguana puede producir esquizofrenia, trastorno bipolar, síndrome de atención dispersa, ansiedad y depresión en un porcentaje importante, máxime si se empieza su consumo en la adolescencia.

La legalización o regulación de una sustancia adictiva no obedece a los daños que produce en el organismo, sino a los efectos adversos derivados del comercio ilegal y a la imposibilidad de erradicar su consumo. En mi opinión es un: “de los males el menor”, ya que, a nivel de salud, seguridad y prevención, es mejor saber de dónde viene lo que se ingiere, además de ayudar a frenar el narcotráfico y el enorme costo asociado a dicha actividad.

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Cada quien consume lo que cada quien consume, en mi caso yo no tomo alcohol, no uso tabaco ni drogas ilegales, es algo que no se me antoja y me lo paso muy bien sin ellos. Yo no promuevo el uso de ninguna sustancia adictiva de forma recreativa, sin embargo, tampoco me dedico a prohibirle a los demás su uso. Como parte de mi actividad como psicóloga, yo trabajo con pacientes que desean dejar las drogas, o bien, que acuden a consulta por otro motivo y son usuarios de drogas. La forma de apropiarse de la situación terapéutica es muy distinta para los dos, en el primer caso llegan posterior a un problema de salud asociado al consumo, deseando poner fin a la adicción y en el segundo escenario el uso de drogas es parte de la terapia, pero no para satanizar ni para premiar; ahí está y listo.

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Somos una especie débil, sucumbimos al placer a la menor provocación y nuestra economía y estilo de vida está, muchas veces, supeditado a la satisfacción de los deseos y no de las necesidades. Ya veremos cómo ésta legalización modifica el curso del proceso en México.

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Hombres heroicos, mujeres pérfidas. ¿Cómo que Lady Pingüina?

En días recientes se hizo viral un video de pingüinos, hasta ahí todo bien.

Dicho video mostró una pelea por un nido usurpado. Las aves son animales muy fieles y muchas especies mantienen una pareja de por vida, tal es el caso del plumífero al que hacemos referencia. La historia es que, después de un año de travesía, un macho regresa a su nido para encontrarse con otro macho ocupando su lugar. Se hicieron de graznidos y acabó el asunto en un sangriento enfrentamiento. Nada que no se haya visto millones de veces en la naturaleza.

Recuerdo que Sir Richard Attenborough dijo en una de sus entrevistas que las cosas a las cuales se enfrentaban durante las filmaciones de la vida natural eran de una brutalidad impresionante, comentaba que las escenas mostradas en la televisión eran clasificación A, comparadas con todo lo omitido.

Dicho lo cual, es evidente que el video no pasó ese filtro de censura y pues ya. Pero en redes sociales no tardaron en culpar a la hembra y en apodarla #LadyPingüina (aunque no exista la palabra pingüino en femenino), la compararon de inmediato con la joven a quien filmaron besando a un hombre en su despedida de soltera, la cual fue crucificada por la sociedad y hasta se ganó el triste honor de tener su propio capítulo en la serie de Televisa: “La Rosa de Guadalupe”.

Hay personas comentando y burlándose de la situación del ave porque la hembra no le fue fiel.

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Qué pena con este medio y con otros que han hecho sus quince minutos con esta historia. Pero de lo que no se dan cuenta, es que su efímera noticia vienen a reforzar siglos de misoginia, auténticos siglos de discriminación, violencia y nulificación de las mujeres. No tienen vergüenza, y me llena de tristeza leer a chicas de todas edades compartir el video, denigrándose a sí mismas.

El feminismo no es una reacción visceral, es un marco teórico y sus fundamentos han abierto puertas para mujeres y hombres por igual. La cultura masculina está asentada a piedra y lodo, nos faltan décadas enteras de tragedias y vejaciones hacia las niñas y mujeres del mundo.

Recientemente la ONU nombró al personaje de La Mujer Maravilla como Embajadora de la buena voluntad de las niñas y las mujeres para muchos países. El nombramiento fue muy criticado por no haber usado una mujer de carne y hueso, lo cual hace pensar que ninguna de nosotras da el ancho. Una de las críticas más inteligentes al respecto nos explica cómo el personaje original describía a una fuerte e inteligente guerrera en la Segunda Guerra Mundial y la figura actual cae en los estereotipos de la mujer-objeto que plaga los medios de comunicación*. Creo que la medida fue bien intencionada, pero es una imagen complicada para manejar, no sólo por los atributos físicos de las actrices y su respectiva digitalización, sino también por su propensión a la resolución de conflictos por medio de la violencia y de relacionarla, una vez más, con un hombre exitoso como pareja sentimental.

El heroísmo no es privativo de los hombres ni la perfidia lo es de las mujeres. Los actos de unos y otros deben ser juzgados con los mismos parámetros; si la fidelidad es una condición deseable de la sociedad, la responsabilidad de haber sido infiel a la pareja es de los dos involucrados, no nada más de la mujer: fácil-resbalosa-ingrata-vulgar-buscona-loca-prostituta-malagradecida, mientras que el hombre infiel lo es porque en casa su mujer no le da lo que necesita, se lo merece por fregón, es su naturaleza el no poderse aguantar o alguna de esas otras excusas elaboradas por ellos y fomentadas por las madres de familia que educan a sus hijas como premios callados y sumisos.

No le quedemos mal a nuestras niñas y adolescentes, hay que poner todo de nuestra parte para alejarlas de la violencia de género y el abanico tan amplio de males que la comprenden.

Por cierto, esta publicación está dedicada a una mujer que llegó a la final de un campeonato de videojuegos este mes y su logro fue menospreciado por algunos al decir que: “Todos los finalistas merecen el reconocimiento”.

Claro que no, ella merece nuestra admiración mucho más que sus contrincantes por el hecho de ser mujer y haber sobresalido en un mundo de hombres, bajo sus reglas, sus albures, su violencia; ella no debe ser LadyVideojuegos, ella debe ser recordada como una campeona digna de representar a las mujeres por la ONU o cualquier otra organización.

 

* http://edition.cnn.com/2016/10/21/health/wonder-woman-un-ambassador-trnd/
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La vida en mega pixeles.

La frase: “Una imagen dice más que mil palabras” es, sin duda, cosa del siglo pasado cuando las fotografías eran un tesoro impreso y con miras a ser preservado como reliquia familiar o histórica.

El día de hoy se deben de haber tomado millones de fotos en todo el mundo. De esas, un porcentaje altísimo no se va ni a ver, otras se van a compartir y muchas serán borradas sin preocupación alguna. El número de fotos en papel debe ser más bien, bajo; yo, por ejemplo, no he impreso una sola foto en meses y más allá del proyecto artístico para alguna pared, no creo hacerlo en un futuro próximo.

Cargamos nuestras fotos en una nube, almacenada quién sabe cómo, en quién sabe dónde y protegida por quién sabe quién. El acervo fotográfico de la humanidad debe ser insondable y cada día aumenta. Los programas de Software han progresado del almacenamiento, a la selección automática, ya es imposible para una persona ordenar y clasificar su material fotográfico sin dedicarle horas enteras.

A mí me cae muy bien Google y aunque no les haga comerciales, sí aprecio el enorme poder que tienen sobre nuestras vidas y cuánto las simplifica. La aplicación Google Photos me sugiere qué fotos seleccionar de todas las que tomo en un lugar, me propone filtros y arreglos, hace collages, animaciones y presentaciones; cada año me recuerda las fotos que tomé y me pregunta si quiero volverlas a ver y a compartir. De no ser por eso, la labor sería titánica y, al igual que las cajas de fotos, no las volvería a ver jamás y me tardaría mucho en encontrar una en específico.

Las fotos ya no reflejan el momento, ahora reflejan todos los momentos. Si antes se sacaba la cámara para ocasiones célebres, ahora se tiene lista de forma permanente y para mí los hallazgos son increíbles. Ahora sé que a la gente le importa mucho compartir fotos de lo que come y no es para presumir o quejarse, yo creo que es una forma de sentar a tu mesa a quienes estén lejos de ti. Lo mismo pasa con las compras y las posesiones, aunque ahí la noción de compartir sí puede estar más relacionada a la presunción y al estatus que a las ganas de convidar

A través de nuestro poder sobre la lente nos sentimos poseedores de la magia que antes se reservaba para algunos. Los niños pueden ahora tomar fotos y compartir su visión del mundo, los sitios noticiosos reciben y solicitan colaboraciones fotográficas en cada desastre natural o momento importante, ahora los videos tomados por testigos ayudan a resolver crímenes, a deslindar culpas, a rescatar gente perdida o simplemente a compartir la belleza o el horror que les rodea.

La narrativa de la humanidad se escribe en mega pixeles (Mpx). Eso no significa que hayan dejado de existir los fotógrafos, pero ahora el reto es distinto, ahora se trata de la modificación de la realidad. Hay un gran número de artistas dedicados a modificar las fotografías con ayuda del Photo Shop; los resultados son increíbles y la foto de una niña en su patio la pueden transformar en una niña en un mundo surrealista. La imagen debe contar algo más, no sólo lo que ve.

Quizás los románticos dirán que las fotos impresas valen más porque las podemos tener en nuestras manos, pero ahí es donde radica su fragilidad. Preservar el papel y la tinta no es cosa fácil, las fotografías mueren un poco cada que les da la luz, de algún modo nos las comemos con los ojos y el tiempo las tornará amarillas y como todo, también van a desaparecer. La finalidad de la fotografía digital es otra, de ella se espera que viaje por el cosmos y cuente de nosotros a otros mundos y seres, así supimos cómo se ve Plutón y así sabrán cómo fuimos aun después de haber desaparecido junto con el planeta. Ese contenido no va a estar censurado y ahí se podrá saber si nuestra civilización pudo sobrevivir a sí misma.

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Plutón y Caronte.
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Crédito de imagen de Plutón y Caronte:
Nasa. (2016). Charon and Pluto: Strikingly Different Worlds. Recuperada el 3 de noviembre de 2016 de: https://www.nasa.gov/mission_pages/newhorizons/images/index.html

¿Qué queremos?

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Nuestro extinto, pero aún amado, Distrito Federal, o nuestro naciente estado Ciudad de México, padecen de todo. Vivimos en terapia intensiva todos los días; si sobrevivimos es porque somos muchos y las desgracias se diluyen entre millones. Debería de importarnos a todos y es obligación de todos ver que las instituciones cumplan con las labores para las que fueron creadas.

El tema de la seguridad es terrible a nivel nacional, y en esta megalópolis no pasa una hora sin algún evento violento contra algún ciudadano. El recurso de la manifestación en las calles se está agotando, venga o no en la Constitución, y hay hartazgo de quienes padecen los bloqueos; más que sentir solidaridad con la causa uno acaba por odiar a los manifestantes, no importa lo legítimo del asunto.

Cada vez se vuelve más frecuente el recurso de la autodefensa o el linchamiento y en ninguno de los casos la autoridad puede controlar a justos o a pecadores.

Para ocultar estas carencias el gobierno de la flamante CDMX, ha diseñado la renovación y la entretención perpetuas. Entre semana la ciudad se paraliza con las manifestaciones y las obras públicas. El fin de semana, la ciudad se paraliza en paseos en bici, ferias, maratones, carnavales, verbenas, conciertos en plazas públicas y cuanta cosa disfrace los desastrosos resultados de la gestión en materia de justicia, seguridad, salud, vivienda, etc. El cuento es que terminamos confrontados el pueblo contra el pueblo. Los que se manifiestan contra los que no, o los que andan en bicicleta contra los que no. Y así se nos va el año, una desgracia, una fiesta, una ignominia, un desfile, un plantón, un maratón.

El triste fondo es nuestra imposibilidad de organizarnos para darle solución real a los problemas que nos conciernen a todos. Ayer por la mañana un hombre mató a tiros a cuatro asaltantes en un camión de pasajeros y los dejaron tirados en la carretera. El “justiciero” devolvió a los pasajeros sus pertenencias y se fue. Nadie sabe, nadie supo a dónde huyó*. Muchos se quedan con la romántica idea del héroe anónimo que los defendió y la ley, sin hacer el trabajo para el que les pagamos.

Sí creo que gran parte de la anestesia del pueblo se relaciona con lo monumental de la tarea; ninguno de nosotros tiene escoba que dé el ancho para tanta basura, entonces, pues vamos al desfile del 007, vamos a la feria del chocolate, comamos pan de muerto (así de irónico), llenemos el Zócalo en los conciertos… o sea, dejemos de sentir que nos está llevando el tren.

Es en ese estado catatónico en el que surgen figuras como el hombre que mató a los delincuentes. Su hartazgo lo hizo actuar, pero lo hizo fuera de la ley, de la misma forma en que los asaltantes robaron a los pasajeros (el pueblo contra el pueblo).

Vivir de un festejo a otro no nos va a resultar de utilidad mientras que por la ventana llueven muertos, violadas, desaparecidas, secuestrados; esclavos todos del crimen organizado. El desfile del Día de Muertos no hizo que bajen los secuestros, nos hizo olvidarlos por un momento. El despilfarre de recursos en tranquilizar a la población con eventos magnos, pudo ser empleado en mejorar el sueldo de la policía y hacer más difícil que sean comprados por las mafias.

Para muchas personas la idea de hacer algo al respecto está fuera de su comprensión y vivimos amortiguados por las celebraciones que se amontonan en el calendario y que dan pretexto a la inacción.

La justicia social se logra de uno en uno, con el ejemplo diario, con la observancia de la ley, con la participación en las elecciones y, sobre todo, denunciando los actos delictivos, de violencia y de corrupción hasta que seamos escuchados; lo cual no necesariamente implica tomar las calles, más bien, tomar conciencia.

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Crédito de Meme «¿Qué queremos?» Tannia Lozano (2016).
*El Universal (2016). Recuperado el 1 de noviembre de 2016 de: http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/edomex/2016/11/1/ejecuta-justiciero-4-en-la-mexico-toluca-ahora-lo-buscan