Post populi, post Dei.

El clamor del pueblo ha cambiado de medio de expresión. A pesar de que se siguen tomando las calles y haciendo pintas con protestas, la efectividad de dichas acciones está quedando opacada por el innegable poder del Post; el alcance de una denuncia es multitudinario y no se limita a las fronteras del país. Actualmente las personas han dejado de recurrir a la ley para buscar justicia en redes sociales, cada día se presentan más denuncias de asaltos captados por la cámara de un teléfono móvil y los resultados son expeditos haciendo caer el peso de la ley sobre los infractores.

A los gobernantes no les gusta ser exhibidos y cuando la presión sale de los confines del Ministerio Público más les vale actuar pronto o perder la poca credibilidad que les queda. Desafortunadamente, el número de personas con acceso a Internet es aún muy bajo, por ello se han creado grupos de defensa para quienes no tienen otra forma de ser escuchados.

La capacidad de movilización y de acción puede hacer la diferencia en la vida de muchas personas, porque, a pesar de todos los riesgos y malos manejos de la información, los datos ahí están, las imágenes o audios ahí están y son susceptibles de ser analizados por millones de personas. ¿Se imaginan lo que todos esos puntos de vista pueden hacer? No por nada existen los llamados Bots, que son programas cuya finalidad es hacer parecer que las tendencias de alguna publicación son mejores o peores. De ahí salen los números para muchas encuestas y para ensalzar o tirar por la borda planes y proyectos.

Nuestra responsabilidad es hacer buen uso de ese poder, porque, aunque la libertad de expresión existe, se deben eliminar los contenidos discriminatorios o aquellos que inciten al odio entre las personas. Es tan sencillo como no compartirlo y no comentar al respecto; en Internet la vida media de las publicaciones es muy corta y si se ignora se elimina por completo. Las compañías como Facebook y Twitter se han visto en la necesidad de proteger a los usuarios de imágenes con desnudos o contenidos violentos. No debe ser tarea fácil darles gusto a todos; yo he reportado al menos 3 fotos que considero denigrantes para las mujeres y en ninguno de los casos he recibido respuesta satisfactoria, sólo me dicen que no infringe sus regulaciones y por ello no la remueven de su sitio. Ante tal dificultad lo más razonable es hacer uno mismo el trabajo y convertirse en moderador del contenido que circula en las redes. El reto es encontrar un punto medio entre todas las culturas.

En ocasiones circulan acaloradas cadenas en Facebook, exigiendo la restitución de fotos de mujeres indígenas con el torso desnudo realizando alguna labor doméstica. Para los mexicanos no hay connotación sexual en esa imagen y sólo vemos a una mujer que representa los valores de nuestras tradiciones indígenas. Sin embargo, yo no puedo obligar al resto del mundo a vivir con mi percepción y herencia cultural; si para otros la imagen representa un desnudo que puede ser malinterpretado por ellos o por sus hijos, no tienen por qué estar expuestos a él de forma involuntaria.

De la misma forma yo me he sentido incómoda al ver personas con prácticas alimenticias, desde mi punto de vista, extremas. Ese es el respeto que debemos procurar, total, si hay quién se interese en las culturas pre-Hispánicas puede buscar la información y para quienes quieren saber cómo se cocina el perro también pueden averiguarlo sin tener que invitarnos a los demás de sus intereses.

Nunca antes en la historia de la humanidad habíamos sabido tanto de los demás. El amigo por correspondencia quedó atrás para dejar paso a la red de amigos. Podemos conectarnos con personas alrededor del mundo para conocer su forma de vida y sus costumbres. Los resultados son muy interesantes, ya que nos hemos dado cuenta en cuántas cosas nos parecemos. Todos hacemos bromas, denuncias, ayudamos a los demás, compartimos frases motivacionales, saludamos y despedimos a los meses del año, odiamos los lunes, amamos los viernes, compartimos imágenes de nuestra vida y nuestro planeta y por sobre todas las cosas, somos esclavos de las fotos y videos de gatos.

Hagamos buen uso de la maravilla que es poder estar en todos lados al mismo tiempo.

b0ff666d0da5af730e804836a4a3e07e

Crédito de imagen de encabezado:
Photo credit: <a href=»https://www.flickr.com/photos/garryknight/8331105136/»>garryknight</a> via <a href=»https://visualhunt.com»>Visualhunt.com</a> / <a href=»http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/»>CC BY</a>
Imagen de Grumpy Cat: Meme creator.

“¡Me dejó en visto!” La economía emocional de los Millennials.

Mis hijas no hablan por teléfono más que en defensa propia; ambas son Millennials y durante muchos años luché por conseguir que usaran el teléfono para comunicarse con sus amigas en lugar de mandar los mensajes por el celular, que en ese entonces eran lentos, lentos. Huelga decir que perdí mi tiempo soberanamente.

Mi sorpresa no acabó ahí, en otra ocasión una de mis hijas se quejó de que su maestro de bachillerato había borrado muy rápido la tarea y no le había dado tiempo de tomarle foto. De ahí en adelante lo acepté todo: tareas en equipo por Facebook o Whatsapp, conversaciones entre ellas por Chat, estando ambas en la misma habitación, mandarme mensajes a mi celular preguntando qué había de comer, yo en la cocina y ellas en su recámara, e infinidad de otras situaciones que en su momento resultaban inverosímiles y ridículas.

Yo aprendí ese lenguaje y tengo el honor de estar incluida en todas sus redes sociales y de respetar lo que cada una escriba; por ejemplo, yo no reviso todo lo que publican ni critico sus decisiones al hacerlo. Y claro que les doy: “Me gusta” y uso el amplio espectro de emoticones y gif’s para expresar mi opinión.

Considero que, para ellas y el resto de sus compatriotas de generación, las cosas se sienten desde otros esquemas emocionales.

La mayoría de los adultos con los que he hablado del tema, consideran que los: “Me gusta” y demás artilugios de las redes sociales, carecen de valor real y no representan verdaderos compromisos emocionales. Yo creo que a todos nos atrae la idea de ser acreedores del reconocimiento de los demás y ante la cada vez más ardua labor de reunirse con la gente que a uno le importa, el recurso de hacerlo a través de redes sociales es excelente.

 

Debe haber casos en los que se hace de forma automática e incluso compulsiva, yo tengo contactos, de mi generación setentera, que comparten absolutamente todo, al grado que no dan espacio para otras publicaciones y mi muro se ve saturado de sus contenidos, no por nada se tiene la opción de ser amigo de alguien en redes, pero sólo acceder a su perfil de forma voluntaria (no darle follow).

Los Millennials saben darle valor a cada expresión cibernética de apoyo, aceptación y repudio. El impacto que tiene una difamación por estos medios y el ciberacoso, no dejan duda al respecto. Para un chico en estos tiempos, ver las dos palomitas azules en Whatsapp o Telegram, sin una respuesta es una grosería: “¡Me dejó en visto!”.

Estoy segura que saben cuáles de los “me gusta” son sinceros y cuáles son de relleno, ¿por qué no habrían de saberlo?, nosotros teníamos claro quién nos saludaba por compromiso y quién lo hacía con cariño; “más antes” bastaba sólo la mirada entre un chico y una chica en el parque para coquetear y sentirse halagado o rechazado.

giphy-1

La parte crucial de este asunto es que sus educadores y maestros pertenecemos a las generaciones anteriores y no se ha hecho el trabajo suficiente para ayudarlos a proteger su privacidad y respetar la de los demás. La reciente aparición de las policías cibernéticas pone de manifiesto el peligro al que se está expuesto por andar timando a la gente por medio del Internet.

Para mí es muy triste reconocer que quienes primero hicieron abuso de las redes sociales no fueron los Millennials, sino adultos que no perdieron la oportunidad de vender pornografía, traficar, difamar, discriminar y generar contenido basura (no puedo asegurar hasta que grado porque desconozco las estadísticas), pero entre más tiempo pasa, los niños y adolescentes empiezan a cuidar su espacio en redes y espero sepan frenar el fenómeno tan lamentable y reprobable de la difamación y exhibición no autorizada de contenido en redes.

Chicos, confío en ustedes y no se les olvide:

Hay que leer.

Crédito de Gif: Giphy.com; recuperado el 28 de septiembre de 2016 de: https://giphy.com/gifs/adultswim-3o7TKVH7nbfCVgzaBq
Crédito de imagen de encabezado:
Photo credit: <a href=»https://www.flickr.com/photos/streetmatt/23640879171/»>Street matt</a> via <a href=»https://visualhunt.com/photos/technology-images/»>Visual hunt</a> / <a href=»http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/»>CC BY</a>