Los ciudadanos comunes y corrientes hemos luchado tanto por la libertad de expresión que deberíamos poder decir lo que nos venga en gana. En muchos foros nos es permitido casi sin restricción, como dentro de la familia o con nuestros amigos.
Ahora con la facilidad y el peligro de comunicarlo al mundo entero con un solo clic, nos enfrentamos a millones de receptores, cada uno con su bagaje cultural y su libertad de expresión propia, lo cual genera reacciones de todo tipo; en el mejor de los casos lo van a ignorar a uno, pero cuando no es así la vida de quien dijo lo que dijo puede cambiar de forma dramática.
Y es que la presión social ejercida a través de los medios de comunicación tiene un peso específico muy importante, miles de ciudadanos de movilizan para ayudar en causas desesperadas donando dinero o firmando peticiones dirigidas a grupos en poder de decisión. De esa forma se han reconstruido casas incendiadas, salvado vidas en hospitales, encontrado personas extraviadas, protegido especies animales en peligro, adoptado mascotas, en fin, millones de casos que conmueven hasta las lágrimas y nos hacen tener fe en la humanidad.
Pero, y siempre habrá peros, esas mismas personas pueden destruir hasta sus últimas consecuencias a quienes consideran indignos.
¿Cómo sé si soy indigno?
Pues no puedes saberlo debido a que la misma circunstancia te puede enaltecer o hundir, como por ejemplo apoyar a un partido político, a una empresa o a un grupo social.
El problema no es la libertad de expresión, en mi opinión son más bien las reglas del juego; no sabemos debatir y nos lanzamos con enjundia a defender o a criticar, muchas veces sin conocer la historia completa o tratándose de culturas muy distintas a la nuestra. Es muy fácil justificarnos si lo hacemos de forma defensiva; hablar mal de los demás aumenta la probabilidad de “vernos bien” entre quienes opinan de la misma forma. Un vegetariano atacando a quien come carne calificándolo de asesino insensible y destructor del planeta, tiene más efecto inmediato que un vegetariano quien sólo expone las razones por las cuales su dieta presenta beneficios para la salud y para el planeta (hay de evangelizadores a evangelizadores).
Hay algunos elementos cruciales en esta guerra de facciones en Internet:
Los videos y las fotos: Forma casi infalible de mostrar al mundo lo que somos: cantantes, actores, cómicos, difusores de información etc. En ese caso uno se sienta y espera los “me gusta”, las reacciones y las veces que se comparte. Si esa es nuestra intención podemos hacer carrera de “youtuber” o sea de artista del video en redes, o ser descubierto por las cualidades visuales que mostramos en las fotos.
Pero si el video o las imágenes en cuestión fueron subidas sin nuestro consentimiento, mostrando o no situaciones privadas, vergonzosas o fuera de contexto, entonces nos convertimos en víctimas de ciberacoso y seremos agredidos desde todos los continentes del orbe (en el entendido que las bromas son una forma de agresión y de acoso cuando se dan en ese escenario).
Los comentarios escritos: Así como una servidora está expuesta a críticas y agresiones por lo expresado en este blog, todos quienes escriben algo en línea son sujetos de escrutinio y son susceptibles al derecho de opinión y de réplica de los demás. Esto es muy dramático en el caso de menores de edad, quienes son víctimas comunes de los compañeros de escuela.
En el caso de los adultos las repercusiones llegan hasta donde se puedan imaginar, como recientemente le sucedió al entonces director de TV UNAM por un comentario en una de sus columnas periodísticas que lo llevó a renunciar a su puesto por haber hecho válido su derecho de libertad de expresión; todo debido a la presión en medios electrónicos.
De estas y otras instancias donde se gesta la desgracia humana “on line” nacen los Memes, que son la perpetuación de la burla a muchos otros contextos y convierten a la persona en ente del dominio público, prácticamente sin posibilidad de defensa. Hoy en día todos esperamos los Memes que se deriven de cualquier situación, noticia o evento social o deportivo, a tal grado que yo puedo hacer los míos y subirlos a las redes sin problema alguno.
No existe una solución a corto plazo, pero cada uno puede ayudar al dejar de compartir o de dar “me gusta” a videos, fotos o comentarios que falten el respeto a alguien. Al cabo que, de la misma forma, siempre van a existir los Memes en donde los derechos de otras personas no se ven afectados.
A reserva por supuesto de lo que pueda el perro opinar al respecto.