El acoso anda suelto.
El acoso escolar es uno de los temas de discusión más importantes de esta década; eso si pensamos en México, otros países llevan más tiempo trabajando contra ese mal.
Las terribles masacres estudiantiles desatadas en los Estados Unidos a finales de los 90’s nos mostraron a todos que “molestar al amiguito” trae consecuencias fatales.
Todos hemos tenido alguna experiencia relacionada con el acoso en la escuela en cualquiera de sus tres roles:
- Víctima.
- Victimario.
- Testigo.
Esa triada ha acabado con la vida de miles, en la actualidad el “bullying” es considerado un problema de salud pública.
El ciclo del acoso escolar no deja títere con cabeza, hay un daño a la comunidad y a todos sus integrantes. La víctima se lleva la peor parte al ver su integridad vulnerada por sus iguales y las secuelas pueden durar toda la vida. El testigo está forzado a ver el ejercicio impune de la violencia sin poder hacer nada al respecto. El victimario se convierte en un adulto que va a repetir el patrón de agresión y de superioridad mal entendida a otras esferas de su vida, creando espacios para la violencia intrafamiliar y el acoso laboral.
¿Qué sí es acoso escolar?
Para determinar que la situación entre dos o más infantes representa “bullying” se requieren tres cosas.
Debe existir un desbalance de poder entre el victimario y su víctima; dicho desbalance no necesita ser físico, la sola percepción de superioridad es suficiente.
Hay intención de hacer daño. Se busca lastimar y destruir al otro, a quien se le considera un ser inferior merecedor de lo que le suceda.
Se da por un periodo de tiempo prolongado. El acoso puede durar ciclos escolares completos, eso es muy común en los niños con sobrepeso o con los homosexuales. (1).
Ejemplos de acoso en la escuela se remontan a siglos atrás, entonces ¿por qué hasta ahora se le combate?
La sociedad ha dado un vuelco muy importante en materia de derechos humanos, esa puerta abierta ha dejado salir demonios de todos tamaños.
Lo que está sucediendo es que por fin estamos poniendo atención a los daños. En los años 70’s, cuando yo cursaba la primaria, el acoso era un hecho imperturbable, había una condonación generalizada del abuso por parte de maestros y padres de familia, el “bullying” era un rito de iniciación.
Considero importante recalcar que no podemos comparar el sufrimiento de cada persona. El argumento de: “No te quejes, en otros lados están peor”, sirve de muy poco cuando el individuo experimenta dolor físico y emocional.
A ratos parece una competencia de: a ver quién sufre más; todos presumimos nuestras desgracias como más meritorias de compasión que las de otros. Con esa mentalidad, si a la niña le suben la falda en el salón es menos grave que si la golpean y de esa forma se hace legítimo el abuso al minimizar la agresión.
Presumir el sufrimiento es otro tipo de vanidad.
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Coloroso B. (2010). The Bully, the Bullied and the Bystander. From Preschool to High School- How Parents and Teachers Can Help Break the Cycle of Violence. Harper Collins e-books. US.